Dicen que las últimas palabras de Hugo Chávez fueron "no quiero morir, no me dejen morir", el natural instinto de conservación traducido en el miedo a morir no resulta para nada sorprendente, a menos que comparemos estas palabras de hombre común con las de algunos hombres no tan comunes de la historia:
"Crito, no olvides pagar el gallo que le debemos a Asclepio" (Sócrates)
"Odiaría tener que morir dos veces, ¡es tan aburrido!"(Richard Feynman, que murió casi en las mismas condiciones que Chávez)
Estas dos denotan paz en sus autores, estaban tranquilos porque se podían ir sin pendientes, sin pesares, remordimientos, proyectos inconclusos, simplemente era la hora (aunque a Sócrates se le haya obligado a morir).
Y así, podemos encontrar muchas últimas palabras del lado de los "no quiero morir" y de los "bueno, es hora de irme", espero que el día que me toque la hora pueda estar en el segundo grupo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario