viernes, 10 de junio de 2011

los profesores bolivianos son mediocres

Cuando yo estaba en la secundaria la palabra “encarta” significaba crimen académico para mis profesores, me imagino que hoy ese lugar lo ocupa Wikipedia.
Está claro que un trabajo cuya principal o única fuente es una de las mencionadas arriba es <inserte eufemismo para una mierda mediocre aquí>, pero también está claro que el que se limita a prohibir la wikipedia y castigarla sin dar mayores explicaciones y que no sabe motivar a hacer un trabajo bien hecho no es más que un <inserte eufemismo para pobre pelotudo que no debería estar enseñando aquí>, creo que el problema va más allá de las fuentes “admisibles” para un trabajo, creo que el problema es aún mayor, muchísimo más grave: los profesores en Bolivia son una punta de mediocres.
Cabe destacar que no creo que todos sean así, hay algunos que son realmente dignos representantes de la que considero una de las más nobles e importantes ocupaciones pero el problema es que son muy pocos, de todos los profesores que tuve en mis años de escolar solo tuve dos buenos profesores.
El triste pero cierto hecho es que la mayoría de los profesores en Bolivia son, repito, una punta de mediocres, he tenido que pasar por las aulas de varios colegios y me he encontrado con tipos y tipas que harían excelente papel como porteros, cocineros, albañiles, etc.(aproximadamente el 85%)*, con otros que estaban mejor “preparados” y serían buenos técnicos y profesionales contribuyendo al desarrollo en un trabajo para el que estén cualificados(como el 14%), y hasta algunos que podrían ser buenos autores, críticos, etc.(el 1% restante), pero ninguno podría realmente ser un profesor.
Para ser profesor no sólo requieres saber mucho de una materia, debes tener otros conocimientos y habilidades que harán que en el recuerdo de tus ex – estudiantes seas “mi profe de literatura” y no “ese huevón que daba historia”, el problema es que a los profesores les vale un carajo ser mediocres, y creo que a nadie le importa en realidad lo que suceda con nuestra educación, lo importante es que los chicos aprueben el año y los profesores puedan pagar las cuentas a fin de mes, desde ese punto de vista creo que a muy pocos de veras les interesaría escuchar mis consejos para no ser un profesor mediocre.
Esto lleva a un problema más grave todavía: los estudiantes que tienen profesores mediocres aprenderán a ser mediocres, con esto estamos construyendo una sociedad destinada a la autodestrucción.
Algunas raíces del problema: no hay motivación, muchos son profesores porque no hubo otro trabajo y de algo hay que vivir, aparte de que el sueldo que percibe un profesor en Bolivia es poco menos que un insulto a la billetera; la mediocridad en sí, si nadie se esfuerza por ser buen profesor ¿porqué he de hacerlo yo?; falta de cursos de formación y actualización para nuestros profesores; el tristemente bajo presupuesto destinado a la educación; la falta de respeto a este noble oficio, “su hija es profesorcita nomás”; la deficiente formación que reciben los profesores en la normales; la mallar curricular escolar descontextualizada y obsoleta; nuestro modelo nazi de educación.
Soluciones que planteo: asignarle a la educación la importancia que merece, revalorizar el oficio de los profesores para que ganen de acuerdo al esmerado trabajo (que deberían hacer) y para que sólo los mejores sean admitidos a ser profesores, renovar nuestro sistema educativo para que realmente cubra las necesidades de los educandos bolivianos (no la ley Avelino Siñani – Elizardo Pérez, que es estúpida de principio a fin), el que tenga la vocación de la enseñanza debería luchar para mejorar las condiciones de la educación en Bolivia, no para ser admitido en la normal a pesar de no cumplir los requisitos o no obtener las notas requeridas en el examen de admisión (mediocres de mierda).

*de ninguna manera pienso que ser portero, cocinero, albañil o cualquier otro sean trabajos indignos o menospreciables, pero no son precisamente las personas idóneas para poner a dar clases.

jueves, 2 de junio de 2011

ganarme en mi juego

Ayer en la noche desafié a una persona a ganarme en mi juego, después de un intento se dio cuenta que para ella es imposible.
Me gusta jugar con la mente de las personas, con sus reacciones, con su lenguaje, me gusta cuando alguien me dice: "eres malo" "eres cruel" "eres mala persona" "algún día te van a hacer algo parecido" y tantas otras cosas, la mayoría me lo dice sólo por que no le gustó ser mi víctima de turno, aunque debo admitir que hay un porcentaje que lo dice en serio.
Los bolivianos no están acostumbrados a un espécimen como yo, a los juegos mentales, a la ironía y al sarcasmo, a la gente fría y calculadora, a los dobles sentidos, los bolivianos son ... simples, y esta simplicidad me gusta/desespera/atrae/indigna/afecta/conflictua, quizás por eso muchos piensan que el cara conocida es un orate.
Obviamente, para sobrevivir sin dar paso en mi mente a cosas que realmente me pueden llevar a la desgracia, como la esquizofrenia o creerle a Evo Morales, tengo que rodearme de gente como yo, y me siento muy normal entre ellos, aunque no se dan cuenta que están locos de remate y me llaman a mí loco.
No me creo malo, ni loco, sólo me gusta jugar y experimentar, no es difícil ganarme en mi juego, sólo hay que saber cuando dar la estocada, esperar (imaginar) el momento y lugar precisos, y luego apuntar y asestar...

miércoles, 1 de junio de 2011

perder el tiempo

Admitámoslo: todos hemos desperdiciado miserablemente el tiempo alguna vez (algunas veces) en nuestras vidas, todos hemos decidido priorizar cosas que realmente no valían un carajo sobre cosas que eran realmente importantes, a todos nos dio flojera hacer eso que era tan urgente y decidimos que ese era el día internacional de jugar por enésima vez plantas versus zombies.
Hay que admitir también que de vez en cuando es saludable desperdiciar algo de tiempo, para no tener una vida de mierda aburrida que pareciera pre-programada, alguna vez retrasarse en la entrega de ese informe porque la noche anterior se me ocurrió ver una película en vez de terminar el trabajo, o irme a tomar unas cervezas sabiendo que estamos muy cerca de la temporada de exámenes y es mejor ir repasando esas hojas que en este punto del semestre parecen interminables, decidir que en vez de revisar las opciones y encontrar detalles en el contrato es mejor escribir una entrada de tu blog, y así muchos ejemplos de cómo los que seguimos siendo humanos elegimos de vez en cuando perder el tiempo que luego recuperaremos sin dormir o almorzar para terminar lo que podríamos haber hecho de no ser porque estuvo más tentador rascarse el ombligo.
Creo que es importante establecer límites, aquí viene el problema, ¿cuántas horas al día puedo darme el lujo de joder haciendo nada productivo? ¿si veo por lo menos 2 horas de TV al día me estoy convirtiendo en una lacra? ¿si mi historial de navegación muestra facebook 100 veces y noticias 1 estoy perdiendo mi tiempo? ¿está bien trabajar como esclavo todo el día y sólo estudiar en las noches de lunes a viernes y dedicarle los fines de semana a romperla? ¿la tarde del sábado haré algo productivo o reproductivo?
Creo que está bien dedicarte un tiempo a ti y a nada ni nadie más, pero, ¿cuánto tiempo es el adecuado antes de convertirte en un desperdicio de ser humano? ¿cuánto es el tiempo en que voy a dejar de ser productivo?.
Mientras escribo esto me esperan un par de libros y prácticas, dos obligaciones del trabajo (una urgente, por cierto) y mi chica que se queja de que no le dedico el tiempo adecuado.

acerca de los libros

Uno agarra el ejemplar del libro, lee el título y el autor, trata por ese simple par de datos determinar si es o no algo que le interesaría leer, si el libro es escogido como legible entonces leemos la síntesis que nos ofrece la contratapa y los comentarios acerca del libro (si es que existen), y entonces viene la decisión de realmente leerlo o pasar al siguiente libro.
Supongamos que ya hemos elegido el libro y estamos a punto de comenzar el viaje que nos hará recorrer sus páginas, aquí es donde de verás comienza la aventura, personalmente prefiero estar en una situación en que nadie me vaya a joder de ninguna forma (interrupciones, ruidos, que me llamen por teléfono, etc.), por eso mi horario para leer es aproximadamente entre medianoche y tres de la mañana, un buen horario excepto cuando los vecinos deciden tener sexo, la de abajo es una gritona y los de arriba tienen una cama muy ruidosa, pero por lo general es un horario en que nada ni nadie me jode; como tengo una imaginación superior a la de la mayoría de los adultos* leer es una experiencia que disfruto muchísimo, un par de párrafos es suficiente para llevarme al universo que le estoy ayudando a crear al autor en mi mente, la aventura continúa situando personajes e historias en ese universo, hay historias que contarse y ya estoy dispuesto a escucharlas todas, y hasta imaginarme algunas otras.
Independientemente del género, los libros tienen una estructura más o menos similar:
1) el prólogo
2) los primeros capítulos, que tienen por objetivo transportarte al lugar donde todo acontece y presentarte a la gente de la historia.
3) los capítulos del centro, donde se terminan de presentar a los personajes y se muestra la historia en sí.
4) los últimos capítulos, que te dicen cómo termina la historia
Claro, los libros que te cuentan cosas y te permiten soñar son así, no estoy hablando de libros que sólo transmiten información y dan tareas.
Acerca de las 4 partes arriba mencionadas, se me ocurre decir:
No creo que se pueda escribir un prólogo realmente original, el autor comenta un poco sobre lo que el lector va a encontrar y no en lo que está a punto de leer, quizás algunas reflexiones sobre su obra, alguna anécdota, la inspiración y algunos agradecimientos, todas encadenadas de alguna forma para invitar a continuar con la lectura, con suerte alguna dedicatoria que valga la pena, y no un simple “a <inserte nombre aquí>”, pero en fin, una vez cumplida con la formalidad de leerlo podemos pasar a lo interesante.**
En los primeros capítulos es donde más vuela nuestra imaginación, pues el autor crea un universo que nosotros llenamos de detalles, es un ejercicio intelectual muy gratificante, además comenzamos con nuestras simpatías y antipatías con los personajes y poco a poco olvidamos nuestra actual realidad y nos introducimos en la de la historia que nos están contando.
Los capítulos del centro son aquellos que le dan vueltas a la historia, te envuelven y desenvuelven y te obligan a seguirles el paso a los personajes, prestarle atención a detalles, te dan pistas de la historia, etc. son los que articulan la historia y por lo tanto son los que procuro leer con más detenimiento.
Los últimos capítulos son lo que viene después del suspenso que crean los anteriores, son los que viene después del “y…?” en una conversación de chismosas,  personalmente me gustan finales inesperados, infartantes, me gusta que queden algunos cabos sueltos, conclusiones fuertes, finales que te dejen pensando en la historia y lo que podría pasar después, me gusta que el autor juegue con la mente y la imaginación del lector de principio a fin, pero sobre todo en el final.
*jeje, es la primera vez que me llamo a mí mismo adulto.
**No me gusta leer los prólogos, pero tengo la manía de leer todo lo que se pone frente a mis ojos, aunque de vez en cuando hay algo interesante o información que después será muy útil.

un cristiano muy especial

Mi madre tiene un amigo (¿o tenía? No creo si quiera conocerlo) que es cura y que antes de mi nacimiento hizo un viaje por muchos lugares, una de sus escalas fue Israel, de donde trajo agua del río Jordán y aceite de oliva de tierra “santa” con los cuales fui bautizado.
“Son agua y aceite traídos del lugar más sagrado de la Tierra, y los estamos bautizando con mucha fe, tu hijo va a ser un cristiano muy especial” fueron las palabras que mi madre cree recordar acerca de mi involuntario ingreso a la iglesia católica, y cualquiera que me conozca si quiera de vista podrá darse cuenta de que no me acerco ni por si acaso a ese triste vaticinio.
Creo que las religiones son una de las peores cosas que le han pasado a este pobre planeta, nótese que escribo “las religiones” y no “la iglesia tantos” o “tal religión”, he tenido la (buena/mala) suerte de participar en ritos/reuniones/celebraciones de muchas (más de las que yo mismo creía) denominaciones, debido principalmente a que soy muy curioso, y me siento igual de inclinado a cualquiera de ellas que a besarle el ojete a Evo Morales.
Creo que es importante que criemos a nuestra descendencia dentro de un sistema de valores y les motivemos a tener cierta moralidad, pero darle a esta forma de actuar un fondo místico/gnóstico/mitológico me parece absurdo, uno puede perfectamente enseñarle a sus hijos a comportarse de cierta manera porque así tendrá una convivencia adecuada/pacífica/satisfactoria con el resto de personas y no porque así lo desea la voluntad de un todopoderoso, creo que casi todos buscamos darle sentido a lo que le llamamos “nuestra vida”, pero ese sentido lo podemos encontrar sin tener que recurrir a falacias metafísicas, creo que podemos tener alguna persona que nos puede ayudar en nuestros momentos de crisis o hacernos crecer como personas de alguna forma, esa persona nos ayuda/sirve/ilumina/abre los ojos porque tiene más experiencia, porque tiene un punto de vista más neutral/externo en los problemas, porque está capacitado profesionalmente para ayudarnos o porque simplemente confiamos en él o ella, pero de ninguna forma está designado por algún poder divino como guía espiritual, como el que va a salvar mi alma o alguna paja mental parecida.
Creo que la confesión, el diezmo, el ayuno, la pureza sexual, la abstinencia (alcohol, cigarro, drogas recreativas, gaseosas, café y otros ítems irrisorios), y tantos otros conceptos predicados en muchas religiones cristianas (y otras no cristianas) son estupideces, la confesión puede servir a algunos para liberar ciertas tensiones, pero para aquello son mejores una charla con amigos, un par de cervezas y el sexo, también la terapia y el electroshock me parecen válidos, el diezmo no es más que un fraude que se aprovecha de los ilusos, no me hagan hablar del ayuno y de la pureza sexual (ellos le llaman así), la abstinencia de ciertas sustancias me parece exagerada, no me gusta embriagarme, pero eso no me impide acompañar una carne asada con un buen vino tinto o compartir unos tragos con los amigos, las gaseosas no me gustan mucho pero debo admitir que una droga-cola bien fría después de un partido no me viene mal, el café aunque en exceso es dañino simplemente me encanta, las drogas no las consumo pero tengo mejores motivos para no hacerlo que el que sea un mandato divino o es pecado.
Creo que el tal Jesús es un personaje ficticio, y creo que Dios es un número, pero de esto escribiré en otra ocasión; creo que queda claro que no soy un cristiano muy especial.