martes, 4 de junio de 2013

Verdadero adiós a papá

Era un día caluroso, el abuelo me llamó para confirmarlo: ya estaba todo en marcha.

Alistar de nuevo la maleta, sensaciones diferentes atravesaban como flashes por mi mente, y de nuevo estaba en camino, mucho tiempo después del que nos hubiera gustado, a cumplir tu voluntad.

Un par de trámites más en la alcaldía, y uno más en cementerio, pagar las cuotas de exhumación y cremación de cuerpo "fresco", ya estamos en camino papá.

Convencimos (no sin arduas negociaciones) al abuelo de no presenciar nada desde ese momento y mi hermana y yo nos pusimos manos a la obra, conseguir las cosas tan y no tan extravagantes que se nos pedía, contratar a la gente, fueron horas nada placenteras, llegado el momento las cosas siguieron un curso normal, fue menos impactante de lo que esperaba verte salir de esa tumba en un cajón medio podrido, no quisimos ver detalles, envolverte en plástico fue una tarea no planificada, trasladarte y dejarte a las puertas del horno se hizo en un tiempo que a pesar de corto dio para pensar mucho.

Mientras sucedía todo lo que en el horno debe suceder fuimos de aquí para allá por las calles de Cochabamba, averiguando de requisitos y costos entre aerolíneas, tomando cafés de espera, fue extrañamente un día que era a la vez ajetreado y agradable, seguía haciendo calor, llegada la tarde fuimos a por ti, que ahora estabas en forma de cenizas en un cajoncito, listo para continuar tu último viaje.

Todos los miembros de la familia que pudieron se encontraron, volviste a tu pueblo, te fuiste disuelto en tu río adorado, nadie siguió llorando, toda la familia está tranquila y compartimos cuando podemos, te queremos, descansas entre remansos y frondosos árboles, recorres libre por una cuenca hermosa, tu familia no ha peleado ni peleará por ninguna tontería, yo continuaré dando buen uso a tus herramientas, mi hermana continuará disfrutando de tus aparatos, el abuelo es fiel guradían de tus registros impresos y audiovisuales, y todos llevamos la fiesta en paz.

Discúlpanos por la tardanza papá, se cumplió tu voluntad.

martes, 14 de mayo de 2013

Buscando respuestas I: justificando mi fe

Todos tenemos momentos en los que debemos buscar nuestra identidad y nuestro lugar en el mundo, yo busqué dos veces mi lugar en donde no puede estar ni por si acaso, a continuación cuento la primera.

Yo nací y fui bautizado como católico, después de mi primera comunión me quedé en la iglesia como monaguillo, y luego fui acólito, admiraba mucho al cura, que llamaremos Padre Sebastián, y en aquellos años consideré la opción de ser sacerdote, una tarde después de entregarle unas cartas del vicario general de nuestra diócesis le comenté que terminando el colegio quería entrar en La Compañía de Jesús (no fui a colegio de curas y nunca supe porqué los jesuitas me llaman tanto la atención), el Padre Sebastián me miró sonriente, me dijo que la Biblia manda a los cristianos a estar siempre preparados para justificar el origen de su fe, citando 1 Pedro 3, 15; luego me pidió que justifique mi fe y mi decisión para el próximo domingo.

Con palabras tan bonitas como vocación de servicio, entre otras, pude justificar mi decisión, pero no pude justificar el origen de mi fe, el Padre Sebastián me dijo "no hay problema, tómate tu tiempo".

¿Cómo decidí justificar mi fe?

Leyendo, leí anotando detalles, prestando atención, investigando, razonando cada cosa que leía y preguntando lo que no entendía, leí (en esa época) tres veces la Biblia al completo, tres veces el Corán completo, conseguí con ayuda de una amiga judía una Torah que leí dos veces completas, también con un compañero de curso conseguí el Libro de Mormón y lo leí dos veces completas, leí varios sutras tanto hinduistas como budistas, me informñe todo lo que pude sobre distintas creencias, y estudié todo lo que pude estudiar de teología, le hice caso al Padre Sebastián y me tomé mi tiempo, como 6 años y medio.

¿El resultado?

Durante años he leído todos los libros sagrados de la humanidad que he podido leer, y sigo haciéndolo de vez en cuando, y he estudiado toda la teología que pude haber estudiado, por eso soy ateo.

martes, 12 de marzo de 2013

Últimas palabras

El tiempo y la historia se encargan de modificar las cosas que dicen los famosos en forma, pero difícilmente en fondo, así, el sentido de lo que quisieron decirnos es algo cuasi inmutable, por eso, a la hora de hacer citas no hay criterios unificados, la excepción, claro está, se da cuando se ha grabado por algún medio a la persona; olvidemos toda esta verborrágica reflexión y pasemos al punto que quiero ilustrar.
Dicen que las últimas palabras de Hugo Chávez fueron "no quiero morir, no me dejen morir", el natural instinto de conservación traducido en el miedo a morir no resulta para nada sorprendente, a menos que comparemos estas palabras de hombre común con las de algunos hombres no tan comunes de la historia:

"Crito, no olvides pagar el gallo que le debemos a Asclepio" (Sócrates)
"Odiaría tener que morir dos veces, ¡es tan aburrido!"(Richard Feynman, que murió casi en las mismas condiciones que Chávez)

Estas dos denotan paz en sus autores, estaban tranquilos porque se podían ir sin pendientes, sin pesares, remordimientos, proyectos inconclusos, simplemente era la hora (aunque a Sócrates se le haya obligado a morir).

Y así, podemos encontrar muchas últimas palabras del lado de los "no quiero morir" y de los "bueno, es hora de irme", espero que el día que me toque la hora pueda estar en el segundo grupo.

lunes, 21 de enero de 2013

Un plan no es nada, la planificación lo es todo

Un título parafraseando a Eisenhower, nada original forma de empezar el año.
Le comenté a mi chica, y luego al mundo - ben(mal)ditas redes sociales, que estoy terminando esa época del año en que uno asiste a muchas reuniones de planificación, y la gente habla como si este año tuviera 7 u 8 meses extra; son los mismos tipos que hace uno o dos meses andaban al borde de un ataque surtido porque el pinche año no les dio tiempo de terminar el cuatrillón de cosas a las que se habían comprometido en enero.
No voy a mentir, yo también soy de los que se compromete a hacer más cosas de las que mi psquiatra considera una cantidad saludable, pero siempre en términos realistas, nunca digo que voy a hacer algo en 2 meses sabiendo que toma 8, porque eso trae muy malas consecuencias, como que la gente deja de confiar en tu trabajo (no porque lo hagas mal, sino porque no lo llegas a terminar), tener que trabajar 16 horas extra, patologías neuronales varias, mala calidad (con las puteadas respectivas), y un larguísimo y rimbombante etcétera.
Aquí viene la frase que dijera el milico e inspirara el título de esta entrada, si un plan es sacado de la chistera nunca será existoso, el proceso de planificación va mucho más allá, la planificación debería considerar escenarios posibles, objetivos, plazos, etc.
Señores ejecutivos de mi pobre Bolivia: ¡aprendar a planificar o dejen que los que queiran hacerlo tomen más importancia en nuestras empresas!